Ritos aborígenes de "fuego y mar" se abren al cielo en el enterramiento de Rosa de Abajo, bajo un lecho de conchas y huesos
La excavación de este yacimiento descubierto en los ochenta en El Matorral corrobora el enterramiento aborigen más antiguo de Fuerteventura (siglos VII-VIII d.C.), y el primero descubierto al aire libre, en lugar de en cuevas. El Cabildo y Tibicena presentaron los resultados de esta investigación, que añade a la historia y la arqueología insular un nuevo espacio de conocimiento sobre el pueblo majo, en el que "el fuego y el mar jugaron un papel esencial en los ritos funerarios de nuestros antepasados"
A las afueras de El Matorral, en Puerto del Rosario, yace un fragmento de la historia de Fuerteventura que este año se ha abierto al cielo para arrojar un poco más de luz sobre la historia de nuestros antepasados.
El yacimiento arqueológico conocido como Rosa de Abajo ha revelado, por primera vez, pruebas fehacientes de un enterramiento aborigen al aire libre en territorio majorero, tratándose además de los restos funerarios más antiguos datados hasta ahora en la isla: entre los siglos VII y VIII después de Cristo.
La arqueóloga Verónica Alberto, desde la empresa Tibicena. Arqueología y Patrimonio, ha sido la responsable de la última excavación en el yacimiento, promovida en 2024 desde el área de Patrimonio Cultural del Cabildo de Fuerteventura, y dirigida por la técnica del servicio, la tambien arqueóloga Rosa López.
"Trabajar en un yacimiento donde se encierra o se guarda la historia de las personas que nos precedieron, que ya estaban aquí en las islas, en este caso en Fuerteventura, representa un auténtico privilegio", destacó Alberto en declaraciones a Fuerteventura Digital.
Hasta el momento, en Fuerteventura únicamente se conocían depósitos funerarios en cuevas, y las referencias a enterramientos en superficie procedían de hallazgos casuales. Pero la novedad relevante de Rosa de Abajo no es solo que constituye el primer depósito funerario excavado con una metodología arqueológica adecuada, y concretamente, relativa a un enterramiento al aire libre, o en superficie, sino que se trata además del más antiguo datado hasta el momento en la isla.
Aunque la arqueóloga resta impotancia a este hecho, pues si bien "es verdad que tenemos un siglo VIII, y que dentro de lo que son los espacios funerarios en la isla de Fuerteventura no conocemos nada más antiguo hasta el momento, eso no quiere decir que no los. Los hay seguro. Porque el poblamiento de Fuerteventura, la colonización estable de la isla, como en el resto del Archipiélago, se produce en torno al siglo I, siglo III, después de Cristo. O sea que con anterioridad a este siglo VIII murió gente y se enterró gente en la isla".
Ritos funerarios en Rosa de Abajo, vinculados al mar
El Matorral había llamado la atención de los investigadores desde los años 50 del siglo pasado. El comisario de excavaciones de la provincia de Las Palmas de la época, Sebastián Jiménez Sánchez, recuperó en la misma zona los restos esqueléticos parciales de una mujer y seis cuentas fabricadas en conchas marinas, interpretadas como elementos de adorno personal.
Sin embargo, esta reciente excavación en Rosa de Abajo ha revelado hallazgos determinantes como una alineación de piedras que podría corresponder a un anillo delimitador de la zona funeraria, así como una notable concentración de restos materiales, principalmente malacofauna marina —lapas y otros moluscos— dispuestos en torno a los depósitos humanos.
En los sondeos se recuperaron piezas dentales, fragmentos de vértebras, costillas, huesos de extremidades y manos, así como restos de escápula y sacro. El análisis osteológico sugiere la presencia de al menos dos individuos: uno posiblemente identificado como mujer adulta, mientras que el segundo permanece indeterminado.
Aunque el mayor porcentaje de los restos son malacológicos marinos, en su mayoría constituidos por especímenes de Patellas (lapas). El hecho de que la presencia de estos materiales se restringa a la ubicación del depósito funerario es un criterio clave para considerar la vinculación entre ambos aspectos.
La asociación sistemática de restos marinos sobre el área del enterramiento parece apuntar hacia un posible ritual funerario. Y así lo corrobora Verónica Alberto, descartando completamente que se tratara de un depósito posterior al enterramiento.
"Descartamos completamente que eso sea un conchero posterior al evento funerario", dijo, y confirmó que “forma parte de la práctica funeraria, digamos esa parte final de ritual, después de haber enterrado a las personas, cubrir con conchas, y además sobre todo con la participación del fuego".
Verónica Alberto
La arqueóloga explicó que las evidencias recuperadas, como la termoalteración de las conchas marinas y de restos de fauna terrestre y marina, refuerzan esta interpretación: “El fuego no deja esas huellas tan claras, pero sí lo vemos y lo tenemos constatado, a partir de la termoalteración de todas las conchas, los burgados... están todos quemados, los huesos de cabras están quemados, las espinas de pescado, las vértebras de vieja....".
La asociación sistemática de restos marinos sobre el área del enterramiento parece apuntar hacia un posible ritual funerario, en el que, según Alberto, “el fuego juega un papel fundamental en toda esa práctica ritual, también relacionada con la muerte”.
La disposición de los restos es también relevante a la hora de constatar estas afirmaciones, pues como destaca el informe de Tibicena y el Cabildo, "los materiales parecen disponerse cubriendo la superficie de los depósitos funerarios, mostrando un marcado contraste con el resto del paisaje, donde están totalmente ausentes". Este hecho revela, añaden, "la estrecha relación entre el enterramientoy la presencia de tales restos".
Esta vinculación al mar en enterramientos aborígenes "es algo que también hemos visto en la isla de Gran Canaria, pero no se ha trabajado realmente, ni se ha dado a conocer. Es algo novedoso, que no se conoce mucho, pero de lo que sí tenemos certeza", agregó.
Cronología de los hallazgos en el yacimiento de Rosa de Abajo
El hallazgo de este espacio funerario no es reciente. A finales de los años ochenta, Pedro López descubría de manera fortuita durante un paseo, una mandíbula y varios huesos humanos en superficie. Aquellos restos fueron entregados al Museo Arqueológico de Fuerteventura y permitieron incorporar el sitio al inventario insular de yacimientos. No fue hasta 2007, en una actualización del inventario, cuando se realizó una primera delimitación formal de la zona.
En 2020, una nueva prospección impulsada por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias confirmó nuevamente la presencia de restos humanos. Un año después, en marzo de 2021, se databan los primeros fragmentos, fijando su cronología entre los siglos VII y VIII d.C.: la primera fecha obtenida en Fuerteventura para un enterramiento en fosa y la más antigua relacionada con restos humanos en la isla.
Es por ello que, en 2024, el área de Patrimonio Cultural del Cabildo promovió la realización de una nueva investigación arqueológica en el yacimiento, que realizó la empresa Tibicena. Arqueología y Patrimonio, con el fin de aclarar si los restos óseos hallados corresponden verdaderamente a un enterramiento con valor cultural, y para, a partir de la información disponible, proceder a la adopción de las medidas oportunas para su protección.
En el salón de actos del Archivo General Insular, este pasado jueves, 24 de abril de 2025, se dieron a conocer los resultados de este nuevo estudio impulsado desde la Consejería de Cultura y Patrimonio Cultural, que dirige Rayco León, y en el que Verónica Alberto estuvo acompañada por la técnica del servicio, y también arqueóloga, Rosa López.
Sobre la conservación del yacimiento de Rosa de Abajo, la arqueóloga también llamó la atención sobre el hecho de ser "un espacio al aire libre, muy expuesto, y que estaba ya alterado desde antiguo, no solo por los hallazgos en superficie de 1988, sino desde mucho antes", apuntó. Sin embargo, a pesar de la degradación, “con los procedimientos adecuados, con las técnicas adecuadas, podemos rescatar un volumen de información ingente".
En sus explicaciones para Fuerteventura Digital, Verónica Alberto concluyó destacando la importancia del hallazgo: “Este enterramiento nos permite profundizar y conocer muchos elementos acerca de cómo eran las prácticas funerarias de la primera población que habitó la isla, de las comunidades majas, su pensamiento, su ideología, su religiosidad, sus modos de vida. Cualquier yacimiento es una joya preciada que tenemos el deber y la obligación de cuidar”.