`No somos refugiados´ es el trabajo de diez años que confluyen en un viaje a muchos lugares del mundo donde hay población refugiada. El libro fue editado en 2017 por la editorial Círculo Rojo aunque continúa muy vigente hoy en día.
Desde entonces casi se ha duplicado la gente que está en movimiento buscando un futuro mejor. Desde ACNUR, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, se cifra en 120 millones el número de personas refugiadas; es decir, casi el 3% de la población mundial.
Así lo explica Agus Morales en una entrevista en Fuerteventura Digital donde asevera que la obra ofrece una panorámica global con una tesis principal: "el asilo es cada vez más un privilegio en lugar de un derecho; que es lo que debe ser”.
El título recoge la frase de uno de los protagonistas del libro, un empresario sirio, para invitar a la reflexión sobre un fenómeno creciente y muy complejo.
Junto al texto, las imágenes de Anna Surinyach. Una selección de fotografías enfocadas “a generar muchas preguntas al lector”, explica. Considera que las imágenes tienen el poder de generar esas preguntas “para que te den ganas de saber más y leer el libro”.
El libro es fruto de 10 años de trabajo, 10 años de viajes, recopilando datos, documentando los movimientos de los refugiados y, sobre todo, hablando con ellos. Esto permite que el análisis sea mucho más profundo del que habitualmente se realiza en los medios de comunicación.
Su lectura contribuye también a deconstruir algunos mensajes que se lanzan y destacar que “la mayoría de las personas son acogidas en países de renta media y renta baja”. La llamada crisis de refugiados, de 2015, “es en realidad una crisis de refugio”, puntualiza Anna, y, también, es preciso insistir en que el fenómeno no es una catástrofe natural y que se puede evitar.
Con la guerra de Ucrania, “se ha demostrado que el sistema de acogida está preparado, pero hace falta voluntad política”.
Sin embargo, en las últimas dos décadas, Europa se está convirtiendo más que nunca en una fortaleza casi inexpugnable para quienes proceden de algunas partes del mundo. Eso significa, recalca Morales, “que Europa se construye como un proyecto negativo en lugar de uno propositivo o positivo”. Se está construyendo una fortaleza y se está dando las llaves de esa fortaleza a Turquía, a Marruecos, favoreciendo el autoritarismo, recalca.
De esta manera, las personas refugiadas no dejan de llegar pero lo hacen utilizando vías muy peligrosas que convierten el Mediterráneo o el Atlántico en una fosa común. Vías ilegales que favorecen las mafias.
Por eso, es preciso habilitar vías seguras, subrayan. Los mismos visados que utilizamos los europeos para ir a África no se expiden para quienes, desde África, quieren venir a Europa.
Morales echa la mirada atrás, a 2011 cuando comenzó a documentar los movimientos de población y “cada vez tengo más dudas de si lo estamos haciendo bien”. El resultado, recalca, es que la opinión pública va absolutamente en contra. Así lo constatan también los últimos resultados de las elecciones al Parlamento Europeo.
Ansiedad, mensaje y dudas
Periodista y fotógrafa, acostumbrados a narrar a través de distintos lenguajes, analizan “esa especie de pesadumbre que se ha instalado en nuestras sociedades que hace pensar que la guerra es inevitable, porque es intrínseca al ser humano, pero los datos oficiales de la historia nos han demostrado que eso no es así”.
Prestan atención a la forma de contar las historias que tejen el discurso narrativo sobre el fenómeno.
En libros como No Somos Refugiados, la vivencia humana prima. Los motivos, las sensaciones, la mirada de quien camina es el centro de la historia. Pero hace falta tiempo para poder escribir y, también, para que los lectores empleen sus horas en recorrer las páginas. El mundo de la comunicación es cada vez más vertiginoso y se atiende a muchísima información en pequeños titulares que es prácticamente imposible procesar de forma correcta.
En los medios más generalistas, el número de cayucos o personas fallecidas en las costas copan los titulares deshumanizando una realidad que protagonizan millones de personas convertidas en datos “y esta forma de comunicar está provocando una ansiedad en la sociedad”.
Se informa siempre de la misma manera y es lo que produce esta ansiedad en la sociedad. Al final, “la sociedad no es solo la culpable de esta ansiedad, también la manera de cómo se está informando”, opina Anna.
¿Y si cambiamos la forma de contar?
En la revista 5W, que ambos han cofundado, el equipo se cuestiona de forma habitual “si nos hemos centrado demasiado en la gente que sufre esa vulneración de los derechos humanos y hemos dejado de hablar de quiénes toman esas decisiones”.
Apuntan a la posibilidad de poner el foco en los de arriba, “en quiénes son esas personas que están tomando esas decisiones y cómo se están tomando”. Quizás así, se movilizaría mucho más la ciudadanía.
A pesar del momento “pesimista” que se vive a nivel global, con guerras en Ucrania, en Gaza, en decenas de lugares más, con millones de refugiados, Anna y Agus siguen creyendo en el periodismo y en la capacidad de narrar historias.
Es la única arma que tenemos para intentar que haya esperanza, asegura Anna, mientras Agus confía en la capacidad que tiene la sociedad de cambiar las cosas.