Rafa Guerrero, psicólogo y director del Instituto Darwin

“La lección número 1 de la inteligencia emocional es permitir sentir las emociones”

La salud mental es el eje sobre el que pivota una veintena de conferencias de prestigiosos y expertos en la materia que, en su conjunto, ofrecen una perspectiva integral a los participantes de la Universidad de Verano de Fuerteventura que se está desarrollando con gran éxito en el Centro Insular de Juventud

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Rafael Guerrero

 

Entre los ponentes, el psicólogo Rafa Guerrero, director del Instituto Darwin que está especializado en problemas de gestión emocional, trauma, apeno y TDAH.

Ofreció una aplaudida conferencia sobre `Cómo fomentar la inteligencia emocional de niños y adolescentes´ donde hizo especial hincapié en la necesidad de entender el funcionamiento de las emociones para poder aprender a gestionarlas de forma efectiva.

En una entrevista para Fuerteventura Digital, el experto puso el acento en la necesidad de aprender a poner nombre a lo que sentimos, “a poder ubicarlo en el cuerpo y ser conscientes de ello”. Es el punto de partida.

Para Guerrero, tenemos un problema muy grave como adultos, llamados a desarrollar la inteligencia emocional en nuestros niños, porque no dominamos el idioma. “Para poder ayudar a nuestros niños, primero tenemos que ser ayudados nosotros mismos”, recalcó.

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Rafa Guerrero, en la UVF

En esta línea, explicó que anatómicamente la emoción surge de una parte del cerebro, ubicada justo en el centro, “y a lo mejor es un mensaje que tenemos que atender”. Por eso, insistió, es importante que los niños desde edad bien temprana aprendan a identificar aquello que están sintiendo.

Es preciso, subrayó, “validar y permitirles sentir las emociones tan diversas como el miedo, la alegría, la vergüenza, la tristeza; todas son emociones válidas, todas tienen una función tanto biológica como evolutiva. Y se trata de poder permitir que sientan eso”.

A pesar de que resulte obvio, el psicólogo asegura que son muchas las familias que, con muy buenas intenciones, les dicen a sus hijos que no sientan miedo, no se pongan tristes o no se enfaden por una tontería. Eso es invalidar, recalcó. Es la lección número uno de la inteligencia emocional: “permitir que nuestros niños y que nosotros mismos como adultos también sintamos esas emociones”. Es legítimo sentir vergüenza aunque no guste; “pero es legítimo y cumple una función”.

El psicólogo también habló de la necesidad de poner límites y de que los niños aprendan a frustrarse; a llorar y a estar tristes porque no consiguen algo que quieren. No pasa nada porque se frustren, lo importante “es que estemos ahí para poder entender que estén frustrados”.

La clave está en, como adultos, disponer de los recursos.

Aprender el idioma de las emociones es vital para poder gozar de una buena salud mental y poder educar en salud mental a los más pequeños.

 

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