Carlos de Saá (Gran Tarajal, 1973) llega al estudio de Fuerteventura Digital para hablar de su última exposición, ‘Años de Sal’, inaugurada hace poco más de un mes en el Hospitalito de Ampuyenta.
Son cerca de 300 imágenes que el fotógrafo majorero ha recuperado y digitalizado de su archivo fotográfico, que estaban en negativo y que “pertenecen a mis años de estudiante”. Básicamente, “son las primeras fotografías que hice, y en esta exposición mostramos parte de ellas”.
Todo comenzó en aquellos “Años de Sal”, siendo estudiante de Imagen y Sonido en el Politécnico de Las Palmas de Gran Canaria”. En un principio, reconoce, "era un enamorado del vídeo. La fotografía me parecía un tostón". Pero cayeron en sus manos un libro de cuarenta años de Word Press Photo, o fotografías de William Klein en las calles de Nueva York, que cambiaron esa idea:
“Cuando empecé a descubrir la fotografía, me di cuenta que era una herramienta muy poderosa, para comunicar, documentar y transmitir emociones. Fue tal flechazo, que ese año pedí a los Reyes mi primera cámara de fotos.
Su primer trabajo, el siguiente verano, aparece en la exposición. Le encargaron documentar la Semana de La Juventud en 1996, lo que le permitió hacer un trabajo amplio, con material para trabajar y revelar, y captar la participación e implicación que siempre han caracterizado este programa que salía adelante “con la inventiva, el ingenio, y el trabajo artesanal” de los jóvenes de Gran Tarajal.
La Fuerteventura de entonces, “no la cambiaba por nada”.
Aparecen también fotografías de la Fuerteventura de hace casi treinta años. La construcción de hoteles, carreteras, las hogueras de San Juan que hacían los niños, algo impensable a día de hoy. O sencillamente, un baño desnudo en una playa desierta.
De Saá reflexiona sobre el cambio de la isla a lo largo de estos años, cuando defiende que “antes, los turistas tenían unos circuitos, y los locales teníamos otros. Hoy no es así. Lo que hay hoy son cazadores de fotos. Miles de turistas acceden a los lugares que les marcan las redes sociales”.
“El turismo siempre lo hemos visto como algo positivo, que generó una riqueza que era necesaria, que permitió que las nuevas generaciones se pudieran formar”, continúa el fotógrafo. Aunque al mismo tiempo, le hubiera gustado “que fuera de otra manera, que hubiéramos crecido más despacio, con más orden, y que no se nos fuera de las manos, como se nos ha ido".
"Hoy hay una masificación y una presión sobre el medio ambiente, que es un exceso”.
Cree que “a nivel medioambiental, hay que ejercer cierto control”. La Fuerteventura de entonces “era una isla diferente, en la que a lo mejor faltaban algunas cosas, pero teníamos unos valores naturales que eran un lujo. Quien los conocía y los disfrutaba, no los cambiaba por nada”.
Migración: “Hoy no haría las fotos de naufragios que hice entonces”
En ‘Años de Sal’ aparecen algunas imágenes de una patera que llegó a Gran Tarajal en 1997. El joven fotógrafo de entonces no se acercó, intimidado por la mirada de la Guardia Civil. Pero poco después, ya como profesional de La Provincia desde 1999, y luego y hasta la actualidad, con la agencia EFE, el Carlos de Saá fotoperiodista ha vivido momentos duros.
Precisamente, su primer naufragio fue para La Provincia, en La Playa del Roque. Había un enorme despliegue, con buzos buscando los cuerpos. Cuando los cadáveres comenzaron a aparecer, lo documentó.
Sin embargo, “con el tiempo te das cuenta que hacíamos esas fotos porque estaba normalizado. Yo hice fotos en su día que no haría ahora, o intentaría hacerlas de otra forma, porque son innecesarias. Si en lugar de inmigrantes fuera un barco de turistas, me pregunto si el tratamiento sería el mismo".
“Empiezas a reflexionar, contactas con gente que está haciendo lo mismo, te muestran o te enseñan cosas que hacen que conectes. Se trata simplemente de establecer un cierto respeto. Y entiendes que si estás fotografiando migrantes, en la situación que sea, no cabe trabajar de forma diferente que con personas occidentales o turistas”.
“Entonces, aquellas fotos fueron durísimas, y las tengo en el cajón. Hace poco tuve que hacer un trabajo de recopilación, y las pasé rápido, no quise ni abrir la carpeta”.
“Fotografiar lo que yo quiero, y en lo que creo”
Carlos de Saá continúa saliendo a hacer fotografías en sus días libres, fuera del trabajo, para capturar “lo que quiero, y en lo que creo“.
Como profesional, su actividad principal ha sido durante veinticinco años al fotoperiodismo, pero nunca ha dejado de hacer otras fotografías. Y a cada momento, demuestra su versatilidad en los sus retratos, fotografías nocturnas, paisajes, avifauna…
Lo lleva haciendo desde aquellas primeras fotos que aparecen en la exposición. Porque no todas son de la Semana de la Juventud. “Hacía fotos como una especie de práctica”, pero también “porque me apetecía documentar cosas que eran parte mía, por un vínculo emocional muy fuerte con esos lugares, como pueden ser Tuineje o Giniginámar".
"Eso lo sigo haciendo por placer, básicamente”.
La exposición ‘Años de Sal’, en Ampuyenta
La red de Museos de Fuerteventura inauguró la exposición fotográfica ‘Años de Sal’, el pasado 26 de junio en el Hospitalito de Ampuyenta, y continuará activa hasta finales de año, pasando por otros espacios museísticos de la entidad dependiente del Cabildo Insular que ha impulsado el proyecto.
La muestra está compuesta por 288 imágenes del archivo del fotógrafo majorero Carlos de Sáa, que fueron tomadas en negativo blanco y negro de 35mm durante los años 1996 y 1997, coincidiendo con su etapa como estudiante de Imagen y Sonido.
‘Años de Sal’ hace referencia a los procesos analógicos, documentando también el trabajo de revelado, positivado… que en aquel entonces tuvo lugar en las instalaciones de la Asociación Cultural Tiempo Sur, que entonces coordinaba de Saá, y que para esta exposición ese mismo laboratorio ha sido cedido por la Fundación Mafasca, que conservó aquellos equipos.
Un texto de Juan Darias abre la exposición, situando al espectador en el contexto de una isla inmersa en un proceso de grandes cambios. El recorrido del entonces joven fotógrafo, propone una reflexión sobre el papel de las imágenes en la memoria colectiva majorera, o la evolución de la propia disciplina fotográfica.